¿Alguna vez te has preguntado a qué suena el Adviento?
Puede parecer una idea loca, pero no lo es, ni mucho menos.
El Adviento suena a esperanza, suena a tensión, suena a que algo se está cociendo intensamente en el corazón de los cristianos y que nos hace estar en permanente alerta.
Sin duda alguna, el Adviento es el tiempo de la espera, del recogimiento interior, del cambio, del silencio…, ¡Sí! Del silencio. Porque, a pesar de que en nuestros centros comerciales empiezan a sonar los villancicos y dentro de poco empezarán a sonar las prisas por las compras navideñas, hubo hace más de 2000 años un lugar en la Tierra donde todo era silencio, recogimiento y expectación. ¿Lo recuerdas?
Sin embargo, un poco antes de todo eso, en una ciudad de Galilea, llamada Nazaret se produjo un hecho único e irrepetible. Se le anunció a una niña que iba a ser la Madre de Dios y se hizo sin música, sin ruido, en el silencio (que es donde Dios habla y te habla). Y, ¿cuál fue la consecuencia de ese anuncio? Cierto miedo, incomprensiones, y oración, mucha oración por parte de María y, como no, de José. La gran promesa de Dios para su Pueblo se cumpliría 9 meses más tarde, el Hijo de Dios, Dios mismo hecho carne, como tú y como yo.
Imagínate por un momento el sonido del viaje de Nazaret a Belén. ¿En qué crees que irían pensando la Virgen María y S. José? ¿Puedes oírlo? Muchas dudas, muchas “ralladas”, pero una alegría desbordante, un “no sé qué va a pasar o cómo va a ser” que llenaría sus corazones. Pero Dios siempre cumple, y cumple en Ti, basta que le dejes.
Este Adviento, adéntrate en lo más profundo de tu corazón y contempla a la Virgen embarazada, trata de pensar cómo se sentiría ella, qué diría, qué diría S. José… El Señor quiere que le esperes, quiere que prepares tu corazón y tu vida para recibirle, quiere habitar en tu casa. Y tú, ¿cómo vas a recibir a Jesús en tu corazón? ¿Le dejarás entrar? O Cristo tendrá que conformarse con otro corazón porque “no había sitio en la posada”. Tal vez estas preguntas te pueden acompañar este Adviento y si no se te ocurre qué más puedes hacer, siempre puedes preguntarle a María o a José o al mismo Cristo cómo fue su Adviento.
¡Nos encomendamos! ;) Borja
Millennials & Saints Member
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